martes, 1 de abril de 2008

Momentos “Date una vuelta”


Estoy en la cocina haciendo la cena acompañado por una Pilsner Urkel, amarga de verdad. Ha sido un lunes como otro cualquiera, igual de agorador que todos los lunes y ahora es el momento de cada día, el de siempre a esta hora, el de las últimas tareas que ponen fin a todos y cada uno de los días de nuestras vidas. Los chicos están bañándose e inconscientemente, como cada día, estoy esperando que cualquiera de ellos abra la puerta de la cocina y se presente contento, radiante, sonrojado por el calor del agua y esa sonrisa que me vuelve loco. Será una sorpresa, no se quién será hoy el primero en salir, apuesto por Alejandro. Es pura lotería.
Voalá, Alejandro fue el primero en salir del baño y como esperaba ha venido directo a verme, sin paradas intermedias como otras veces para coger juguetes. Repeinado y oliendo a colonia, da gusto verle, sustituye la pregunta de todos los días de nuestras vidas (¿Qué hay de cenar?) por esta otra: ¿Qué hora es papá?, ¿son las ocho? Una pregunta de lo más normal, que para cualquier persona pasaría desapercibida pero que, viniendo de un niño, sorprende, pues aunque viven absolutamente programados por los padres, son por lo habitual completamente inconscientes de la hora en la que viven (como pequeños animalillos guiados por la luz del sol, qué bella ignorancia).
Hoy ha sido un día especial en el cole, han celebrado algo y les han llevado al Retiro. La televisión ha estado allí haciendo un pequeño reportaje para las noticias de las ocho.
Alejandro tiene cinco años y medio y estimo que ya es hora de que aprenda a leer la hora, así que daremos una primera lección.

- Mira Alejandro (señalando el reloj de pared de la cocina). La aguja pequeña está en el número 8 y la grande en el 10. Quedan 10 minutos para que sean las 8.
- Ah! Vale (parece interesado)
- Date una vuelta y cuando vuelvas verás como la aguja grande se ha movido. Cuando llegue aquí serán las 8 en punto (señalo con la mano el 12 sin nombrarlo, por no decir “cuando llegue al 12 serán las 8” que me parece un galimatías).

Apuro otro traguito de la Urkel echando un vistazo de reojo al lenguado de la sartén, entre tanto olvidado por la lección horaria. Ha pasado un ratito y Alejando no viene a mirar el reloj, que ya está en las 7:57, así que salgo a buscarle al salón donde creo escucharle.

- Alejandro, ¿se puede saber que haces?, te vas a caer (está dando vueltas muy rápidas alrededor de la mesa de cristal)
- ¡Papá, me has dicho que de vueltas!
- Anda, ven a ver el reloj, que ya son casi las 8.

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2 comentarios:

A las 4 de abril de 2008, 11:53 , Blogger Duque de Mercurio ha dicho...

Este cortazariano muchachito que tienes apuntas buenas maneras.
Deduzco por su ágil desenvolvimiento en sus ademanes, que el inigualable en modales Monk de nombre Thelonious, asumiría con igual respeto que Alejandro los mandados de su progenitor.

 
A las 5 de abril de 2008, 19:12 , Blogger Duque de San Chorlo ha dicho...

Providencialmente no utlizaste la expresión "date un voltio".

 

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