domingo, 25 de enero de 2009

One and one don´t make two, one and one make one (VIII)


“Le tenemos” dijo la voz casi muda de Irne Hardkopf. Desde que fundó secretamente la Agencia había soñado con ese momento. Poseer la voluntad ajena, poder manipular el pensamiento sin que el paciente fuera consciente de ello. Primero fueron sus innovadoras variantes en las técnicas hipnóticas que otros psiquiatras practicaban. Nadie hasta entonces se había planteado la inducción mental como un proceso paulatino, despacioso y progresivo. Nada de sesiones milagrosas en las que circenses posesiones de dos horas permitían llegar (según sus colegas) a cualquier rincón de la mente, de la vida. Para Hardkopf, aquello era sólo un trivial truco de feria que no evolucionaba desde hacía décadas. Nadie hasta él había conseguido dar el paso definitivo.
Sus estudios sobre la influencia de la música en el comportamiento fueron la clave. Desde muy joven le apasionó la forma en que determinada obra musical podía no sólo alterar el estado de ánimo de quien la escucha, sino llegar a condicionar su comportamiento durante cierto tiempo. Él mismo se sorprendía de cómo Der Freischütz le transmitía cierta energía y “clarividencia” en sus horas de trabajo. Posiblemente también, esa misma ópera de Von Weber (o su reiterada escucha) aceleró el suicidio de su mujer.
Por tanto, tuvo siempre claro que los objetivos eran dos: descubrir el poder de ciertas composiciones para accionar distintos resortes mentales en cada individuo, y “encender la mecha” a distancia, sin que el paciente fuera consciente de ello. Conseguir esta segunda parte de su proyecto era la más complicada y para ello tuvo que crear la Agencia. Cuando llegó a la conclusión (un poco frustrante) de que necesitaría otras colaboraciones, dedicó años a seleccionar a sus socios. Tras minuciosos seguimientos y después de obtener cajones enteros de información sobre ellos, contactó con sus tres cómplices: la famosa presentadora de televisión Anna Oshima, experta en publicidad subliminal; Ian Woods, un misterioso ingeniero que trabajaba en la poderosa multinacional Apple y Lisa Medeiros, que años antes fue expulsada de su residencia en Inglaterra por verse supuestamente implicada en un extraño caso de espionaje.

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