viernes, 30 de enero de 2009

Silencio

Situaciones encadenadas ante las que hay que manifestarse. 1. Lunes, un profundo y molesto dolor de cabeza provocado a partes desiguales por una congestión pos gripal, las bajas presiones atmosféricas a no sé cuantos pies de altura en un incómodo avión y, sobre todo, una compañera de viaje con la lengua más húmeda que jamás haya visto. 2. 24 horas más tarde, la recompensa, una situación de placer casi absoluto, en la Residencia de Estudiantes de Madrid, con el Duque de San Chorlo, el Duque de Mercurio, Julián Bautista, Buenos Aires… Triple globalización despacia, dándonos misteriosamente a conocer por vericuetos inimaginables. Conversaciones de salón en la cafetería de la Residencia y un título: “Madrid hacia 1950”. 3. Y de ahí a Juan Manuel Caneja, que allí mismo se sentara en los ´20, cuando aprendía de Daniel Vázquez Díaz, su profesor (y en mi salón); y las reflexiones de Cristino de Vera sobre el escritor y el pintor. Resultado de 1+2+3 = ¡qué gratificante puede llegar a ser el silencio!. Cómo lo pude anhelar aquel lunes. Nada como un viaje en coche por carreteras estrechas, con ella sentada a mi lado, los dos siempre en silencio, observándolo todo. Nada como una noche sentados juntos en el sofá sin decirnos nada, escuchando sólo nuestras respiraciones y el pasar de las hojas de los libros que leemos. Nada como el compartido silencio de la enésima copa nocturna con el amigo…
"Iban y venían. Muchas veces estuve con Juan Benet, qué joven tan inteligente. Una noche íbamos en su coche y me dió el volante, él iba fumándose un puro. -¡Juan que no sé conducir!-.-¡Que no importa, coño!- Y me iba indicando.-¡Izquierda, derecha, coño!-. Qué locura... De todos aquellos, Caneja era posiblemente el hombre más puro. Era como un chamán. Íbamos Juan Benet y yo a verle, y cuando salíamos, Juan decía: -¡Cuánto hemos aprendido de Caneja!-.-Pero si no ha hablado-, le decía yo. Y Juan exclamaba:-¡Pero cómo transmite!-. Y lo que transmitía era bondad, no tenía rencor." CdV

3 comentarios:

A las 3 de febrero de 2009, 17:32 , Blogger Duque de Mercurio ha dicho...

Con normalidad, las personas “calladas”, quiero decir silenciosas, como las que nos muestras suelen, prodigiosamente, estar dotadas de una mirada muy “expresiva”, quiero decir transmisora, imagino la del palentino Caneja enfrentado ante un paisaje castellano dispuesto a trascribirse al constructivismo abstracto.

 
A las 3 de febrero de 2009, 21:08 , Blogger Duque de San Chorlo ha dicho...

Totalmente de acuerdo. Hay quien utiliza las palabras para no hablar de nada.

 
A las 5 de febrero de 2009, 20:33 , Blogger Duque de Marmarosa ha dicho...

Eso es justamente lo que yo quería transmitir. Vivan los castellanos recios, nobles, callados.

 

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