miércoles, 29 de febrero de 2012

G.D. Conntodo














Por extraño que parezca y tras haber contrastado la información que ofrece la agencia meteorológica euskaldún con valores referidos al mes de Febrero para la provincia vascongada de nombre Guipúzcoa, como son que la precipitación media mensual acumulada es de unos 80 l/m2, que la temperatura media oscila sobre los 10 grados, que los días de helada rondan los 8 y que la radiación solar media diaria se mueve entorno a valores de 6,5 MJ/m2, no me cabe ninguna duda que los factores climatológicos vascongados animados por la Santa Cruz, quisieron sumarse a la fiesta que dos celebrantes Duques de Velaan tenían prevista celebrar.



Este fiel aliado hizo las delicias de los oficiantes durante todo el programa de celebración, el cual incluía dos posibles desoves, una visita al Palacete de un Santo Patrón y la consabida pegada de material propagandístico.



Todo empezó separando tiempos y no-tiempos.



Mientras un Ducado se veía obligado a cumplir con sus obligaciones temporales, el otro se entregaba en cuerpo y alma a los intemporales. Tabernas, kaleas semivacías, patios de ikastolas, jardines de sobrios Palacios con colgones escudos de armas, pórticos de elizas, y umbríos huertos de nobles Casas de la villa de Vergara se vieron adheridos a SCdV como por arte de magia gracias a los poderosos efectos de adherencia que proporciona la cola de contacto.



El programa de festejos se reanudaba momentos después con una obligada visita al santuario que Oiza, Oteiza y el madrileño Lucio Muñoz concibieron, con sumo y modernista gusto al parecer de Duques, en honor a quien ostenta el madrinazgo del pueblo vascongado, y hacer un intercambio de papeles dispuesto sobre el altar. Aprovechando el desangelado espíritu que se respiraba en esos momentos en toda la abadía, recogimos gustosamente el regalo que los franciscanos en forma de partitura habían depositado en el ábside a modo de ofrenda para el Duque homenajeado y deslizamos sutilmente nuestras Sagradas Escrituras entre las que tenia previstas invocar el oficiante a la hora del sermón.



Ya solo quedaba tener una consideración y cortesía con nuestros epigastrios. Y donde y de que mejor manera que en el Palacete de uno de los del Negro pensamos, Villa Aiala tenia por nombre nuestro destino, coordenadas al ton-ton y voilá, nos encontramos frente al Cantábrico, como queriéndose solidarizar numéricamente con las cifras del Duque Joven, a 444 Km o 4,40 horas de los Palacios Marmarosados y Nazaris.



Tablas de surf, neoprenos y algún que otro balandro en lontananza amenizaron cazuelitas de pimientos morrones asados con txiki-morci, pastas frescas con setas gratinadas al idiazabal, bacalaos confitaos con pil-pil y vizcaína, y merluzas zarautz en salsa roja con almejas. Vinos Protos de alguna ribera cercana y torrijas caramelizadas con vainilla se deslizaron al compás de partituras clásicas a través de nuestras papilas mas gustativas. La consideración y cortesía alcanzo una máxima puntuación, de tal manera que al modo Nogales la pegada se hizo obligada en los escusados del Aiala. Algunos segundos después, en el buzón que dispone el txitxingorri del Argüí y que da continuidad en la entrada a su barra, una perdiz mercúrica deposito con su pico y sumo cuidado, la eterna pregunta de ¿quien elimino del euskera la UVE?



Gainsbourg, Jarvis y una morcilla de Burgos del Landa de a kilo, hicieron el resto y cerraron como brillante colofón el programa dispuesto para celebrar las cuarentaycuatro castañas del Duque que tomo prestado el apellido a Dodo.