miércoles, 21 de mayo de 2008

Castilla



No era el sueño eterno, ni el verde manto se tiñó de rojo, no hubo armas ni estallidos, acaso luchas encarnizadas. Un montón de cuerpos yacían desperdigados por la pradera, completamente agotados y sumidos en una atmósfera soñolienta. Podían oírse sus resuellos. Carentes de toda energía física, pero alentados por el último vestigio de lucidez que había quedado tras el alcohol de bota, nuestros cerebros recalentados luchaban por mantener la consciencia y crear connadas (1), el caos; eran los únicos signos de actividad y vida aparente. Afuera Castilla, primavera, campos de cebada. Y así permanecimos, conectados de forma mágica, sin necesidad de cables ni antenas, a ese astro divino, Sol de mediodía dominador, magia absoluta, fisión celular de la materia gris, dosis extra de energía para lo que estaba por llegar. Acompañando a esos rayos vino una suave brisa, refrigerio sosegador, un aire cambiante sobre nuestras caras, y hermanados hicieron de aquel momento un espacio de ensueño. El resto lo hizo el pop en modo aleatorio; alguno llegó a perder el sentido tras la chanson. Los ojos estaban cerrados y el oído, concentrado ante el menor silbido, era así nuestro único sentido, de vivir. Ni siquiera aquellos chiquillos que, ajenos al proceso de recarga, chillaban traviesos a nuestro alrededor como golondrinas que anuncian la llegada del buen tiempo, conseguían distraer nuestra atención. Lamentablemente ese momento no fue eterno, aunque volverá con nuevos rescoldos. Tres gin tonics de licorería los apagaron y nos devolvieron al lugar de partida: Santa Cruz de Velaan.


Canción: "Soul Morning" Laurie Laptop

(1) Connadas son espacios con nada, activos, ehhhh absolutos, de trascendencia, de sacralidad, sagrados, para la protección del hombre (Jorge de Oteiza)

lunes, 12 de mayo de 2008

Topos


Paso tanto tiempo en los vagones del metro que a veces me he descubierto intentando abrir la puerta de casa con el abono mensual.
Me divierten las distintas especies casi humanas que encuentro a diario bajo tierra. Como el Pescador de Frases, ese fisgón que se asoma por encima de los hombros y durante unos segundos comparte lecturas ajenas. En realidad le da igual Noah Gordon, Kent Follet o el Marca (especies que abundan en nuestros ríos suburbanos), el caso es conseguir frases (luego las suelta otra vez a la corriente del capítulo o artículo, lo que a veces llega a ser percibido por el lector propietario, porque estas frases se vuelven huidizas dentro del párrafo al que pertenecen y ya no hay quien las lea).
Los más expertos utilizan técnicas robadas a la tauromaquia, como el volapié. En estos casos, en lugar de lanzar la caña desde tu espalda, utilizan unos estoques especiales para ensartar palabras. Te encaran de frente, aprovechan cualquier balanceo del vagón para sobrevolar los pitones del libro y con un rápido giro del torso, capturan una frase despistada.
Pero he descubierto varios puntos flacos de pescadores y toreros. Los unos se quedan sin cebo y los otros pinchan en hueso cuando se enfrentan a:

  • Oraciones con varias comas y paréntesis.
  • Poesía.
  • Autores muertos.

lunes, 5 de mayo de 2008

Congratulations


Queridos Duques,

No tengáis duda de que esta asociación clandestina-por llamarla ahora de algún modo-que desde hace un año nos une en un estado de parsimonia y desorden aceptado de forma natural por nosotros, en unos objetivos difusos en su postulación, pero ciertamente claros en su concepción y asimilación por todos, nos ha servido al menos para separarnos de la vulgaridad, aunque haya sido una distancia milimétrica, por expresarlo de la forma menos vanidosa que se me ocurre. Enorme logro.
Os animo a continuar en el Reino, convencido de haber marcado con acierto el camino de nuestro éxito-así me gustaría-un éxito formulado en términos muy distintos a los que serían entendibles para muchos, para la mayoría, un éxito a espaldas de aquellos conceptos asociados neciamente a lo material, al bienestar. Algo que he hablado con vosotros, aristócratas de la diversión, y que ahora, sorprendido y alegre, he leído de la pluma de uno de nuestros Santos Patrones (y una vez más unos llevan a otros diabólicamente)

“Sin aspavientos y sin lecciones expresas, en aquella casa (1)-en el curso general sobre el desencuentro-enseñaban que no había que prestar demasiada atención una serie de palabras altisonantes; sobre todo a aquellas que vienen a definir ciertos objetivos que se reputan como primarios, como la felicidad, el éxito, la fortuna, el poder. Se venía a decir que aun cuando tales cosas se consigan, el hombre medianamente sabio apenas se entera de ello porque su ambición está puesta en otra parte, acaso en conseguir aquello-la tranquilidad, la satisfacción-a que el hombre vulgar solo puede aspirar si alcanza los objetivos primarios pero que serán tanto más completos si se renuncia a ellos; esos objetivos secundarios que los primarios ocultan, como la paz de prescindir de lo que sea la felicidad, la independencia de renunciar al poder, la seguridad de desdeñar la fortuna”
(1) Juan Benet hablando de las reuniones en casa de Pio Baroja en Madrid, en su casa de la calle Ruiz de Alarcón, 12.
Felicidades por el año que cumplimos.

jueves, 1 de mayo de 2008

Padres adoptivos

Como comentaba en "R", es buena hora de que vayan saliendo a relucir nuestros "padres adoptivos", los que nos ayudaron a trazar el camino hacia Santa Cruz de Velaan, los que inspiraron episodios inolvidables de "globalizaciones despacias" en lugares recónditos y alejados, los que simplemente sirvieron de excusa para salir una tarde de "exposición fotográfica" y empalmar con una noche de fiesta de las de "bombin" y su caja de CDs, etc, etc, etc. Y la cuestión es que, a menudo, estos padres parecen estar hermanados-aunque no compartan apellidos- y pudiera parecer que unos llevan maléficamente a otros. Y este es el caso de Marías y Benet, del que leo y leo encantado últimamente.
Para hacernos idea de qué clase de tipos estamos hablando, reproduzco aquí una memoria de Marías a cerca de Benet:
"Tanto Juan Benet como Juan García Hortelano me dijeron haber visto al diablo... Benet lo contó nada más suceder, sin hacerse a penas de rogar: se disponía a cruzar la Castellana por un paso de peatones cuando le extrañó que, con el semáforo en verde para los automóviles, no viniera ni uno; pisó la calzada para otear mejor, y cuando iba a pasar en rojo sin esperar más, se quedó paralizado por la visión de quien se le venía encima a enorme velocidad, a saber: una hermosa mujer a horcajadas de una moto de gran cilindrada, con una chupa o zamarra abierta y los pechos al aire. Dió un paso atrás, sólo uno, y la cabalgadura le rozó los muslos. "Era el Diablo, lo sé bien", decía".
Quizás el Duque de Mercurio, más acostumbrado al mundo de los cueros negros, los flecos y las tachuelas-en referencia al moticiclismo, no al sadomasoquismo- pueda aportarnos algo de luz sobre este pasado suceso y sus consecuencias. Yo de momento sólo me atrevo a recomendaros la lectura de Juan Benet, de la que nunca os arrepentiríes ("Otoño en Madrid hacia 1950)