viernes, 26 de diciembre de 2008

One and one don´t make two, one and one make one (V)


… Me levanté furioso. Necesitaba que su rostro bidimensional calmara el remolino de pánico que de nuevo empezaba a sentir. En mi mente, como si estuviera viendo mi futuro con una anticipación de varios segundos, se dibujaba perfectamente escenificada la acción de volver a cambiar de canal, de agarrar por el pescuezo a ese gordo de bufanda roja y blanca que pretendía ver la semifinal y quitarle la afición a golpes. Sin embargo, al llegar a la altura del televisor, continué mis pasos hacia la puerta. Por segunda vez en una semana desaparecía del mismo modo, dejando las cuentas sin pagar. Crucé la calle imaginando que en ese momento ella estaría saliendo del baño, mirando a uno y otro lado del Club, sabiendo que no me encontraría.
Busqué los auriculares en el bolsillo de la chaqueta a la vez que encendía mecánicamente el i-pod, con pasos rápidos en paralelo al río. Y como siempre, el modo aleatorio del maldito aparato (maldito en su primera acepción “perverso, de mala intención y dañadas costumbres”) me recibió con un aullido que introducía el único tema que entre los 1445 archivados, podía estremecerme aún más. With your feet in the air and your head on the ground…

jueves, 25 de diciembre de 2008

One and one don´t make two, one and one make one (IV)


Mientras todo esto acontecía, y de forma no precisamente casual, leía “Libro del desasosiego”, circunstancia que no creo que me ayudase a recuperar mi estado de ánimo, sino más bien todo lo contrario. Sintiéndome tan solo (el problema lo hacía exclusivamente mío) quise buscar el consuelo en el mal ajeno, creyendo firmemente que el mal de muchos me beneficiaría, aunque fuese tonto reconocerlo. No fue así. Ahí estaba ella de nuevo, le habían retocado el maquillaje. Me preguntaba qué pasaría con mi rabia, con mi ternura, el contrato con la Agencia no decía nada al respecto y por la suma de dinero que iba a pagar tenía el convencimiento de que eran aspectos que debían haberse recogido en alguna de sus clausulas. A pesar de la decisión, el miedo a estas cuestiones me mantenía en una tensión constante, pensé incluso en hablar de nuevo con ella para dar un nuevo giro al asunto, pero conociéndola sabía que me tacharía impulsivamente de cobarde, aun no queriendo dañarme. No sabría cómo convencerla, sobre todo después de toda esta ansiedad compartida por ambos en la espera. Movía los labios como nunca (y como siempre la voz estaba prácticamente silenciada por el murmullo del Club). Ella se levantó y fue al baño, quizás para llorar de nuevo. Al darme la espalda posé mi mano en el hueco de sky rojo, aun caliente, que había dejado. Fue en una especie de acto reflejo, como el de volver a mirar hacia la televisión del Club mientras ella desaparecía tras la puerta. Alguien había cambiado el canal y ahora emitía deportes. Me levanté furioso…

lunes, 15 de diciembre de 2008

One and one don´t make two, one and one make one (III)


Curiosamente, donde más pareció aplaudirse nuestra decisión (aunque ahora dudo de que realmente fuera nuestra y que podamos llamarle decisión) fue en la Agencia. Hasta entonces, sus comunicados (siempre por carta lacrada, ya que jamás llegamos a hablar con nadie) habían sido extremadamente escuetos y planteaban nuestro “caso” con un pesimismo que poco a poco iba minando nuestras esperanzas. Tengo que intentar conocerla personalmente, quizás algún día podría esperarla en la puerta de los estudios. Al encontrarnos cada noche en la tenue penumbra del club imaginábamos cómo un incontable ejército de burócratas traspasaba el asunto de mesa en mesa, sin que llegara a tomarse decisión alguna, deseando (al menos eso parecía, o posiblemente no fuera más que una técnica de selección) que renunciáramos a nuestra petición. Sin embargo, en este último envío que ella me leyó, medio recostada en el sky rojo con costuras desgastadas, el tono del mensaje era totalmente opuesto, con un exceso de felicitaciones y halagos que nos obligaban a sospechar sobre la verdadera identidad de su autor. Mierda de anuncios… Pero si aquella cuartilla de color crema no consistía en una broma o una nueva trampa de la Agencia, ahora éramos nosotros quienes debíamos dar el paso definitivo…

domingo, 14 de diciembre de 2008

One and one don´t make two, one and one make one (II)


... Mi situación mental era lo que en realidad me preocupaba, cómo aprender a vivir con algo ajeno. Es guapa, sus rasgos parecen orientales. Me fui a Coímbra por motivos de trabajo y allí mi angustia fue in crescendo a medida que recuperaba la consciencia perdida y valoraba con serenidad las consecuencias de la noticia. Poco a poco mis sentimientos se fueron acercando a los de ella, hasta llegar a tocarse (incluso a tangenciar como dijo un pajarito) para decidir conjuntamente que era lo mejor. Volví a decaer entonces y los siguientes días me mantuve en una preocupación constante, hasta que busqué el sosiego en sus palabras, mucho más entera que yo. La decisión estaba tomada, no había vuelta atrás, lo habíamos confirmado, sería que sí. Ahora daba paso a la siguiente sección del programa...

jueves, 11 de diciembre de 2008

De Vagant


En la esquina de Pelgrimsstraat con Reeyndersstraat se encuentra el Pub De Vagant. Un gato dormita junto a la ventana más próxima al radiador, lo que ya supone el primer reclamo para quien pasa por la calle maldiciendo contra la nieve.

Una vez traspasada la puerta el calor empaña mis gafas, y por un segundo me siento vulnerable. Me las quito sonriendo a la primera cara que encuentro mirándome y tras un vistazo rápido al pequeño local, ya no hay escapatoria posible. Me veo obligado a tomar posesión del que va a ser mi rincón durante las próximas dos horas.

Con una sinfonía clásica de fondo se acerca desde la barra la sonrisa de la camarera. Sé que aquí la especialidad es la ginebra, más de 200 tipos según reza el cartel de la puerta, pero la timidez del novato y lo extraño de sus nombres holandeses hacen que pida una cerveza Duvel. Es la tercera de la tarde y sus casi 9 grados me sientan bien. Mientras tanto observo al resto de la clientela; unos leen y otros charlan en voz no muy alta, pero es como si todos ellos se conocieran. Cuando el nivel de la Duvel llega a la mitad de la copa, me decido a llamar a la camarera para pedirle una ginebra pero advirtiéndole que no conozco ninguna de las anunciadas en la carta. "Don´t worry, I know wich is the best"...

martes, 9 de diciembre de 2008




Hete aquí el resultado de un miércoles por la noche, con dos Duquesitos guardando mis flancos y alentando a su héroe mientras le copian…

LAS DESPIOJADORAS (A.Rimbaud)

Cuando la frente niña, llena de nubes negras
convoca al albo enjambre de los sueños confusos,
llegan a su camita dos risueñas hermanas (1)
con sus gráciles dedos, con sus uñas de plata.

Sientan al niño frente a un claro ventanal,
donde un aire azul baña las flores indistintas
y por su denso pelo cuajado de rocío
pasean sus finos dedos terribles y hechiceros.

Él atiende al rumor de sus alientos tímidos
que expanden amplias mieles vegetales y rosas
y al que interrumpe un silbido, saliva
que los labios absorben o deseos de besar.

Y escucha a sus pestañas batir bajo el silencio
fragante; y esos dedos, eléctricos y suaves,
hacen chirriar por entre sus grises indolencias,
bajo sus regias uñas, el final de los piojos.

Y, entonces, sube en él un vino de Molicie
Un suspiro de armónica, capaz de delirar
y el niño experimenta, en las lentas caricias,
cómo afloran y mueren sus deseos de llorar.

(1) Xirolimba y Theremin